EFE
Los ataques a escuelas y centros de enseñanza secundaria con el objetivo de impedir que las niñas estudien es un fenómeno mucho mayor de lo que se cree, dado que en el último lustro se han registrado ataques en al menos 70 países.
Así lo denuncia un nuevo informe del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que señala que los ataques son persistentes en algunos países y están creciendo en otros.
Sin dar estadísticas concretas sobre países específicos, el informe recuerda los casos de Nigeria y Somalia, donde las milicias islamistas de Boko Haram y Al Shabab, respectivamente, mantienen una política activa de impedir que las niñas accedan a la educación.
También se citan los tristemente conocidos casos de Afganistán y Pakistán y las atrocidades cometidas por los talibanes.
Pero el informe también destaca el caso de El Salvador, como un ejemplo de lo que pasa en Centroamérica, donde las niñas son víctimas de las pandillas criminales.
“Muy a menudo, las niñas abandonan la escuela y se refugian en casa para no caer en manos de las pandillas, donde están sometidas a abuso sexual”, explicó en una rueda de prensa Veronica Birga, jefa de la sección de género del Alto Comisionado.
“Otro fenómeno que sucede en Centroamérica, pero también en otros lugares del mundo, es el del acoso sexual en el interior de los centros educativos. Acosos a manos de profesores o de los propios compañeros. Sobre todo en el caso, muy extendido, en el que no hay sanitarios específicos para las niñas”, agregó.
Una de las cifras incluidas en el texto señala que, en 2012, se registraron 3,600 ataques contra escuelas en el mundo.
Uno de los principales problemas es el uso de escuelas como centros militares, lo que expone a los alumnos a mayores riesgos, algo que sucede en 24 países.
El informe recuerda que los ataques a las niñas que estudian no solo tiene un efecto en las víctimas directas de dicha violencia, sino en todo su entorno, dado que envía un mensaje al resto de la sociedad de que la escuela no es un lugar “seguro” para las chicas.
“El no ofrecer educación a una niña a causa del miedo por su seguridad la expone no solo a no ser formada, sino a un matrimonio temprano, a violencia doméstica, maternidad temprana, tráfico y explotación laboral, entre otros”, reza el texto.
“Los ataques a las niñas que estudian violan prácticamente todos sus derechos: a la vida, a no ser víctima de tortura, a la educación, etc”, agregó Birga.
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